jueves, 13 de marzo de 2008

En Lisboa



Papá, mamá, espero que ya no sigáis llorando mi ausencia, no lloréis, por favor, vuestros llantos y plañidas encogen mi joven y aventurero corazón de plástico, ese mismo que ahora vive en un continuo vaivén de nuevas y frenéticas emociones.
Como podéis comprobar en la foto estoy en Lisboa, siempre he deseado conocer los cafés en los que Pessoa creo a Álvaro de Campos y a Ricardo Reis, la pensión de mala muerte en la que, huyendo de sus amantes se recogió y dónde en el día de mayor lucidez de la literatura universal escribió "el guardador de rebaños" de Alberto Caeiro; la estatua que en la Plaza Luis de Camoes homenajea al creador de Os Lusiadas; los callejones adoquinados donde se perdieron Saramago y Lobo Antunes; el 28 para disfrutar de a baixa como bien se merece una ciudad tan decadente como maravillosa; los sonidos que recogía el personaje de la película de Wenders, mezclándose junto al rumor lejano del Atlántico en plena cópula con el Tajo las voces de Mariza, Dulce Pontes o Teresa Salgueiro...

"Se ser fadista, é ser lua,
É perder o sol de vista,
Ser estátua que se insinua,
Então, eu não sou fadista

Se ser fadista é ser triste,
É ser lágrima prevista,
Se por mágoa o fado existe,
Então, eu não sou fadista"

Os quiero, padres míos, espero que os alegréis por la emoción que me provoca esta ciudad y que no me echéis demasiado de menos, al menos no tanto como yo os añoro.

Valentín.

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