domingo, 6 de abril de 2008

El hijo pródigo se manifiesta


Papá, mamá, he regresado a Madrid durante este fin de semana, aunque no creo que tenga la fuerza suficiente como para pasar a veros, se me encogería tanto el alma al sentirme entre vuestros brazos y pechos (vosotros que gozáis de extremidades), que no podría más que anular el resto de viajes que tengo previstos, que son muchos; por lo que debo sacrificarme y reprimir el impulso que me quiere llevar a casa y continuar, con ánimo y voluntad, mi aventura.
Las causas de que haya regresado a la capital son dos, la segunda se comentará en la próxima carta, aunque la inicial consiste en haber querido acompañar con mi voz y mi presencia a los miembros de la Plataforma de Defensa de la Filosofía que ayer se concentraron en Sol con el objetivo de presionar a la Consejería y al Ministerio para que no se reduzca la carga lectiva de la asignatura de filosofía en el Bachiller ni desaparezca la asignatura de Ética devorada por Educación para la Ciudadanía, creo que todo el mundo debe de recibir la educación humanista que vosotros no me pudisteis dar, es ahora cuando comprendo lo alineado que he vivido al pensamiento único durante toda mi vida, y la necesidad de abrir los horizontes mediante el conocimiento crítico y reflexivo; papá, mamá, sé que lo que os voy a decir ahora os disgustará profundamente, pero me siento en la necesidad de ser sincero, estoy leyendo "El manifiesto Comunista", y he comprendido que nuestra familia está forjando las armas que alzadas por el proletario nos dará a nosotros mismos muerte; ¿Cómo no os estáis dando cuenta? Papá, mamá, ¡un espectro se cierne sobre Europa!
Eh, bien, me despido, besos todos, sin presas ni cilicios, del tuétano mismo del petróleo del que nacieron mis entrañas.

PD. ¿A que es maja mi amiga filósofa Chin-Leung? No paraba de reírse con mis ocurrencias.

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